Cuentos Interesantes
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Bromas Pesadas
Autor: Oliver Ariel López Cerrillo
Contacto:
oalc_95@hotmail.com
Título:
Bromas pesadas

Julián seguía dormido y todo parecía que iba a ser un día especial para el, ya que aquel día del ocho de febrero, además de cumplir ya  por fin dieciocho años, su papá al ser de una familia con mucho dinero, le prometió que le iba a regalar un coche de lujo, quizás el soñó andar por las calles de Los Ángeles con aquel carro del año.

Todo parecía que iba a ser un cumpleaños común y corriente.

Julián al parecer se le olvido un detalle, ya que su grupo de amigos hacían bromas a todos los compañeros del salón al cumplir dieciocho años, algunas veces llegaron a ser muy pesadas, como aquel cumpleaños de Beto en el que Carlos, Luis y Julián estaban en su lujosa casa, la que tenía una alberca enorme. Ellos le pusieron polvos pica pica en toda la ropa de Beto y en sus chanclas. Al salir Beto de la alberca y ponerse su ropa llena de polvos pica pica, fue tanto el ardor y la comezón que tuvieron que llevarlo con un medico.

Así que Beto, Carlos y Luis fueron muy temprano a la casa de Julián donde todavía estaba dormido, seguramente todavía soñando con ese carro que le prometió su papá. Luis entró muy silenciosamente por una ventana que se le olvido cerrar seguramente a la familia. Luis entró perfectamente por aquella ventana, mientras detrás de el aparecía Beto y hasta atrás Carlos. Ellos conocían muy bien aquella casa, ya que Julián organizaba casi muy seguido fiestas.

Al entrar el cuarto vieron a Julián todavía dormido en aquella cómoda cama. Rápidamente Luis y Beto agarraron cada uno un extremo de la sabana de Julián. Al amarrarlo Julián despertó y trato de gritar para que alguien lo oyera, pero Carlos metió una pequeña naranja y pusieron cinta metálica en su boca para evitar que Julián despertara a su familia, cuando de repente sonó su despertador. Al oír esto los amigos, sacaron rápidamente a Julián amarrado entre sus sabanas y con la pequeña naranja tapando su respiración y con la boca cerrada con cinta. Después Beto desactivo la alarma de Julián para evitar que su familia también despertara. Finalmente salto también por la ventana del cuarto de Julián. Metieron a Julián a la cajuela del carro de Beto, al que se lo regalaron en su fiesta de dieciocho años, y subieron rápidamente. Lucas, el vecino de Julián, también despertó muy temprano. Y al ver lo que pasó, pensó que se trataba de un secuestro, por lo que llamo a la policía.

Al llegar la policía, Lucas brindo el número de placas del carro en el que llevaban a Julián, además indicó la dirección en la que se había ido el carro.

Al llegar al rió en el que iban a tirar a Julián, lo sacaron de la cajuela y lo destaparon de las sabanas, y se llevaron una sorpresa muy terrible, vieron que Julián parecía asfixiado, rápidamente quitaron la cinta metálica que cubría la boca de Julián y notaron que en su cuello tenia una gran bola. Asustados, preguntaron a Beto que, que le había metido a la boca para que no gritara, el asustado por lo que estaba presenciando, respondió con una voz entrecortada:

-         U…u…u… una naranja.

Asustados por la respuesta de Beto, todos quedaron intercambiando miradas. Después de un rato de silencio, Carlos propuso mentirle a la policía diciendo que alguien más había metido esa pequeña naranja a la boca de Julián, pero sabrían que es mentira al ver las huellas que tenía Julián. Así paso un rato pensando en que podía hacerse al cuerpo, cuando finalmente optaron por aventarlo al río.

Luis y Carlos estaban muy decididos en aventarlo al río, mientras Beto, muy silencioso y asustado, todavía no se creía que había matado a uno de sus mejores amigos.

Los dos empezaron a enrollar nuevamente a Julián entre sus sabanas y estaban a punto de tirarlo, cuando de repente se oyeron las sirenas de la policía muy cerca de donde estaban. Salieron corriendo dejando al cuerpo de Julián a orillas del río.

Cuando de repente apareció la policía interceptando la huida de los asesinos de Julián. Se detuvieron muy decepcionados, bajo el policía del carro y fue hasta el montón cubierto de sabanas. Al ver el cuerpo de Julián arrestó a los asesinos, ellos no se forzaron a la detención ya que estaban conscientes de lo que hicieron.

Ha pasado un año de la lamentable muerte de Julián, y aun los bromistas siguen pagando lo que hicieron, a los que les falta mucho tiempo para que puedan salir de la cárcel.

Mientras la familia de Julián celebra el primer aniversario luctuoso, donde recuerda aquel joven que era muy buen amigo, muy buen estudiante y sobre todo muy buen hijo.

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