Nací un 27 de junio de 1884 en una pequeña aldea. Mi madre era una reconocida panadera que era muy amable con todos. Yo le ayudaba en el negocio, ya que era una mujer ocupada  y en veces le daba un fuerte dolor de rodillas. Cuando yo nací, mi madre era viuda de guerra, así que nunca conocí a mi padre.

Un día que parecía ser hermoso, mí madre me mando al mercado a comprar harina para hacer panecillos. Me puse mis zapatos y comencé a caminar. Tuve que atravesar un campo que era muy hermoso, me gustaba pasear a la orilla del gran lago que tenia. Estaba por llegar al mercado cuando vi a una anciana jorobada cruzando muy lentamente el camino, al cabo de unos segundos vi a un carruaje que iba a gran velocidad con dirección hacia aquella anciana, sin pensarlo corrí y empuje a la vieja fuera del camino para que estuviera a salvo, la viejilla calló en el lago.

Esa mujer se movía con desesperación como si algo la hubiera jalado desde el fondo del lago, al cabo de un rato dejo de moverse y comenzó a flotar. Me lancé al agua y vi que había muerto. Fui a enterrar el cadáver a un lugar donde nadie la encontrara:-¡El manzano!- , pensé, nadie iba a ese viejo árbol infértil. Tome una pala y lleve el cuerpo en una carretilla hacia aquel árbol, la mujer comenzaba a despedir un olor nauseabundo y su cuerpo comenzaba a descomponerse. Cave lo más rápido y profundo que pude hasta que mi cuerpo exigió descanso. Pare por un momento y deje recostado el cuerpo de la anciana de manera que parecía estar dormida, descanso unos pocos minutos, cuando estaba a punto de proseguir , un cuervo se poso en el cuerpo y comenzó a picotear el ojo derecho hasta que se lo arranco, espante rápidamente al cuervo y seguí cavando.

Arroje a la anciana al pozo y después deje caer el ojo sobre su pecho, tape el agujero con tierra y regrese a casa. Al cabo de unos meses nadie recordaba aquella vieja, lo cual ayudó, ya que era una anciana que estaba ya muy enferma y nadie extrañaría, yo casi ya no recordaba lo sucedido. Mi madre seguía con la pastelería, y comenzó a hacer pasteles de fruta que fueron muy famosos, había de uva, naranja, platano, pera, etc. Pero no había de manzana, porque el manzano era infértil.

Un año después, en temporada de lluvias, sorpresivamente el manzano dio frutos ricos y jugosos, mi madre comenzó a usar ese fruto y empezó a hacer pasteles de manzana. Eran deliciosos y todos los compraban, hasta que un día, el negocio quebró por que una persona comió un pastel de manzana y murió asfixiada, aparentemente, por un ojo humano que salió del pastel.